Pues ya está aquí de nuevo el lunes, comenzamos nueva semana y toca seguir enseñando alguno de nuestros proyectos. Esta semana estrenamos una serie de posts muy especiales para nosotros, y donde iremos enseñando uno de nuestros trabajos por el que más nos han preguntado en el último año: la transformación de nuestro propio piso. Con esta nueva serie queremos mostrar como es posible transformar un piso de alquiler a tu gusto y necesidades sin obras, sin comprometer fianzas y sin tener que hacer inversiones muy grandes. Hemos querido llamar a esta serie #unpisoparados, ya que la transformación se origina cuando el piso pasa de ser un piso de estudiante a ser un piso para nosotros dos. ¿Y qué mejor sitio para empezar que el que suele dar más quebraderos de cabeza en las viviendas de alquiler? Así que hoy, toca la transformación de la cocina de nuestro piso de alquiler.


La cocina antes
Partimos de la base de una cocina bastante pequeña, situada junto al salon y, aunque no totalmente abierta por la distribución de la vivienda, conectada al mismo. Por suerte, tanto los muebles como los azulejos con los que nos encontramos son blancos, algo que facilita mucho más el trabajo que si nos hubiéramos encontrado con colores estridentes. La encimera no es de nuestras favoritas, pero es uno de los aspectos que consideramos ‘pasables’. Los peores puntos de esta cocina, y principales objetivos en su transformación, son la escasez de almacenaje y espacio de trabajo por un lado, y el estado de la solería por otro.
Por las dimensiones del cuarto de baño de la vivienda, es necesario que la lavadora se encuentre en la cocina. Además, al no haber espacio para colocar un horno como tal, éste se encontraba sobre la encimera, por lo que el espacio de almacenaje para útiles y alimentos se ve aún más reducido. Otro aspecto que se ha tenido en cuenta ha sido la iluminación, un elemento clave a la hora de transformar una estancia. La cocina cuenta con una pequeña ventana por la que entra suficiente luz natural durante las horas del día. Por la noche sin embargo, la iluminación artificial que tenía creaba un ambiente demasiado oscuro y mal iluminado.




Inspiración
Una vez analizamos cuáles son los principales problemas de la cocina para nosotros y qué queremos cambiar, pasamos a estudiar diferentes posibilidades. Como la cocina cuenta con una encimera oscura y cualquier cambio en ella está totalmente descartado, decidimos que ese color gris oscuro/negro sería uno de los principales de nuestra cocina y así integrarla en el conjunto de algún modo. Para suplir las necesidades de almacenaje buscábamos algo con suficiente capacidad pero que, al mismo tiempo, no restara mucho espacio útil ni tampoco cargara la estancia visualmente. Esto lo conseguimos con el sistema IVAR de ikea, sistema que ofrece la libertad para adaptarlo a nuestras necesidades. Además, al ser un sistema abierto no añade el peso de otro mueble cerrado y, su acabado natural le añade el toque cálido a la cocina.
El estado de la solería en esta zona también era algo que nos preocupaba y cuyo cambio, aparentemente, podría parecer difícil y costoso. Nos gustaba la idea de un suelo hidráulico para esta zona, así que cuando descubrimos la existencia de suelos vinílicos en rollo no lo dudamos. Lo mejor de todo es que se corta con las medidas necesarias y se coloca sobre el existente como si fuera una alfombra, sin pegamentos ni nada. Para evitar que se mueva, eso si, el nuestro tiene algunos centímetros de más por cada lateral para poder pasarlo por debajo del zócalo de los muebles o la lavadora y el frigorífico. No es una solución definitiva pero para un piso en alquiler por unos años en suficiente.
Los demás cambios son cosas más pequeñas – sustituir el antiguo fluorescente por una lámpara con más presencia, cambiar los tiradores de los muebles, elementos útiles y decorativos en la encimera… – pero que es su conjunto hacen que la imagen de la cocina cambie.


Y ahora si, ¡aquí está el resultado final de la transformación de nuestra cocina de alquiler!
















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